Cine animal. Una propuesta estética comprometida con la Vida y la Libertad de los Animales
El siguiente artículo está basado en los debates y en las experiencias acontecidas en el transcurso de las tres primeras ediciones del Cine Animal Fest, un festival de cine independiente y autogestionado que se presenta de manera gratuita y solidaria en colegios, universidades, centros culturales, cineclubes y al aire libre por toda la ciudad de Bogotá y sus alrededores.
por Germán Ramos Pulido | 8 agosto 2021
El Cine Animal Fest tiene como propósito llegar a la mayor cantidad de espectadores ajenos a cuestiones de liberación animal y antiespecismo, con un lenguaje cercano y sencillo para generar una reflexión, a través del cine y de la imagen, acerca de la libertad, la justicia y el respeto para con el otro, para con el diferente. La intención es que dicha reflexión se traduzca en un cambio de mirada, de perspectiva y de acción que permita incluir dentro de nuestro círculo de empatía a aquellos y aquellas que, por cultura y tradición, les hemos negado todos sus derechos y libertades: los demás animales.
Durante el pasado encuentro de realizadores colombianos participantes en el festival, luego de interesantes intercambios de ideas sobre el cine y su relación con la cuestión animal, planteamos como cierre la pregunta: ¿Es posible considerar una categoría de cine como “Cine Animal”? Creemos haber tomado por sorpresa a todos los asistentes, ya que algunos no encontraron respuesta. Otros nos dijeron que no podría ser un género cinematográfico, ya que para esto tendría que tener todas las obras estándares bastante específicas; y otros dijeron que sería probable, pero no lograron definirlo.
Esta es una pregunta que nos ha perseguido en el transcurso del proceso durante estos años y los de la experiencia virtual del Cineclub de los 12 Monos. Y es exactamente lo que pretendemos conseguir con este artículo: sentar las bases de lo que sería una categoría que se pudiera denominar como “Cine Animal”; exponer sus características, objetivos, pretensiones estéticas y conceptuales.
Pero antes de todo esto, consideramos necesario hacer un breve recorrido por dos antecedentes filmográficos en la historia del cine, así como apoyarnos en el concepto del Tercer Cine, un movimiento latinoamericano de la década de los sesenta, cuyas bases ideológicas y de categorización, respecto del cine, nos servirán para dar un mejor sustento a esta propuesta.
La huelga y la sangre de las bestias
La huelga es una película icónica de los principios del cine dirigida por Serguéi Eisenstein, uno de los más prolíficos e ingeniosos cineastas rusos, quien sentaría muchas de las bases del montaje cinematográfico. En esta se describe una huelga que acontece en 1903, en la Rusia pre-revolucionaria, y en su desarrollo la presencia de animales no humanos adquiere un significado simbólico. Sin embargo, haremos referencia precisa a una de las secuencias más famosas en la historia del cine (que es justamente la que nos interesa), en la cual se ejemplifica, por primera vez en el cine, la consciencia de la injusticia sobre nuestro trato a los demás animales.
Luego de la protesta, la organización de los huelguistas y la posterior negación por parte de los accionistas de la fábrica a las demandas de los trabajadores, se forman disturbios que son aplacados por el ejército. Luego vemos cómo los líderes de los obreros son fusilados, mientras se alterna con imágenes de vacas siendo asesinadas. Es tal vez la primera vez que en una película, una de las primeras grandes obras del cine, se expone de manera directa lo que ocurre detrás de los muros de un matadero. Pero no sólo es eso, sino que, además, en el montaje se hace evidente la injusticia que supone para ambos (tanto para las vacas como para los obreros) el que sean asesinados en un estado total de indefensión y vulnerabilidad, y que el destino de sus vidas pertenezca a quienes ostentan el poder y el privilegio. Cabe anotar que está película se realizó en el año 1924, en un contexto histórico en que el tema animalista no estaba, ni mucho menos, presente en las discusiones más importantes de las sociedades humanas del momento. Sin embargo, es claramente un reflejo de ese inconsciente social que desde mucho tiempo atrás reconoce la injusticia que supone la esclavitud animal, pero que es incapaz de enfrentarla por las consecuencias que tendría para su zona de confort y la generación de lucro fácil.
La otra obra a la que haremos mención es La Sangre de las Bestias, un cortometraje documental francés del director Georges Franju. En esta obra, imágenes rutinarias y normales de la ciudad son contrastadas con escenas brutales de mataderos, donde vacas, cabras y caballos son degollados sin la menor censura en las imágenes. En este caso sí que podemos hablar de denuncia, aunque es bastante probable que no se trate explícitamente de la situación de los demás animales bajo el dominio humano. Esta película es de del año 1949, a cinco años de la emergencia del veganismo y unos años después del fin de la segunda guerra mundial. En este contexto, lo más factible es que se trate de una reflexión acerca de la normalización y la convivencia naturalizada con la violencia, y sobre las nefastas consecuencias que esto trae consigo en la construcción de mundo. Además, es una clara referencia a las víctimas del Holocausto: las puertas del matadero se cierran al final de la película, tal como las de Auschwitz (no hemos de pasar por alto que los campos de concentración nazis estuvieron inspirados en los mataderos industrializados de Estados Unidos). Sin embargo, no pelea en sus cimientos con el discurso del veganismo, que plantea como injusto e inmoral la condición de esclavos a la que hemos sometido a los demás animales.
Son entonces dos claros ejemplos, si se quiere inconscientes, de lo que vamos a tratar en específico como Cine Animal, un tipo de cinematografía en la apuesta por el fin del especismo y de la dominación animal.
Tercer cine
En la década de los años sesenta, surge en Latinoamérica un movimiento denominado Tercer Cine, el cuál categorizó al cine en función de sus objetivos. Este tipo de cine se definió como de carácter revolucionario y antiimperialista, un cine con causa, en contraposición a los dos otros tipos. El primer cine fue determinado como el cine institucional, el cine de Hollywood, que por su carácter imperante es el que marca los estándares de la industria comercial y el que impone tanto temáticas como formas de producción con el claro objetivo de la entretención y el divertimento superficial en pos de la generación de dinero. El segundo cine, en contraposición a este, es el que se conoce como cine de autor, donde es el director, y ya no la industria o los productores, el que cobra total relevancia para poder expresarse fuera de los cánones impuestos por el cine comercial. Se trata, pues, de un cine individualista que se auto referencia; es el cine por el cine, con una apuesta definida en la búsqueda de significado y de construcción de su propio lenguaje.
Pero en la construcción de la propuesta del Tercer Cine se rompe con estos dos paradigmas, debido a la causa que se reivindica. Originariamente, esta iba encaminada a la descolonización cultural y a la liberación de las injusticias padecidas por la gente del Tercer Mundo. Es, por tanto (y es lo que más nos interesa), un cine social y político, comprometido en favor de los oprimidos, un cine que genera reflexión y crítica de la sociedad del momento, un cine que denuncia las injusticias y busca generar conciencia y motivar la acción en los espectadores.
Cine Animal
Para comenzar a esbozar de lo que se trata el Cine Animal, deberíamos comenzar por enunciar aquello que definitivamente no es. El Cine Animal no es simplemente el cine donde aparecen animales —que debería denominarse más bien cine animalístico, ya que en su gran mayoría no cuestiona de manera profunda el especismo y se constituye como un reforzador de la diferencia que se pretende imponer entre el ser humano como superior y todos los demás animales. Por ejemplo, en Babe, el puerquito valiente, si bien se cuestiona la conducta de comer animales, es Babe, el protagonista, quien debe salvarse a sí mismo saliendo de su condición de cerdo para acercarse más al comportamiento de un perro y ser agradable a su “amo”, que sigue siendo su propietario y lo redime debido a esa particularidad. Otro ejemplo de dicha diferencia es cuando se caracterizan a los animales, y a la animalidad, como los antagonistas de los humanos, de la humanidad, como es el caso de películas como Tiburón, Aracnofobia y todas las de esa clase. Por esto mismo, los documentales de naturaleza tampoco harían parte del Cine Animal, así se enfoquen en observar y acercarnos al mundo animal libre, ya que por su propia esencia nos plantean a la naturaleza como algo ajeno y lejano de lo que constituye la esencia de lo humano. Tampoco harían parte de esta categoría las películas hechas por animales, que son esas obras donde los animales no humanos, por accidente o con algún grado de intencionalidad, acceden al manejo de cámaras y graban imágenes, más por curiosidad que por intencionalidad artística.
El arte es un campo de expresión y un espejo de la realidad del momento, en donde se revela o se hacen más visibles aquellas cosas que por normalizadas y cotidianas pasan completamente desapercibidas. El cine no es para nada ajeno a este fenómeno. Además, en la experiencia estética, en el mundo del arte, el observador se libera del imperio de la razón (uno de los pilares fundamentales de la dicotomía especista humano/animal) para entrar en juego con un pensamiento y una manera de entender más cercana a las emociones, los sentimientos, lo irracional, lo subjetivo, e incluso lo inconsciente. Razón por la que el Cine Animal va mucho más allá del género documental, el preferido, por mucho, en ámbitos activistas. Si bien este género sí que pertenece al Cine Animal (con películas como Earthlings, Cowspiracy, Vegucated, Live and let live, Dominion, entre muchísimas otras), este ha encontrado una multitud de posibilidades narrativas nuevas e ingeniosas dentro del campo de la ficción y la animación, e incluso en formas no narrativas como el género experimental.
Por todo esto, el Cine Animal que pretendemos configurar es un cine político, en el sentido de que se concibe como transformador, como creador de una visión de mundo. Es un cine abiertamente comprometido con los animales no humanos, con las víctimas que son oprimidas incluso por aquellos humanos que también son oprimidos y cuyo estado de esclavitud se sustenta en un sistema análogo al especismo: humanos que oprimen a otros humanos considerados como inferiores.
Se trata entonces de un cine que cuestiona profundamente el especismo, que reflexiona acerca del mito construido de la supuesta superioridad humana sobre todas las demás especies de animales y de la propia naturaleza, y que mantiene inquebrantables líneas divisorias. El Cine Animal deconstruye y subvierte dicho mito en procura del análisis y la conexión con la naturaleza interna de cada uno de los espectadores, junto con los constructos sociales referidos a la libertad, la justicia y el respeto, que sistemáticamente han sido otorgados sólo a los seres humanos, pero que por extensión tendrían que cobijar también a estos otros seres sintientes, emotivos, inteligentes y dotados de conciencia: los demás animales. Un tipo de cine que expande, en el plano moral, la noción de los derechos de los animales dejando en claro la necesidad que tenemos todos los animales de que se nos respeten derechos inalienables de acuerdo con nuestra esencia animal, como lo son: la vida, la libertad y la integridad. Y por supuesto, es un cine que motiva e incentiva a la acción eficaz, tanto en el plano individual como colectivo, en procura de la construcción de un nuevo mundo justo y en libertad, donde no haya espacio alguno para el especismo y sus desastrosas consecuencias.
Dejando esto en claro, abrimos la puerta a una segunda parte donde expondremos, a manera de ejemplos, una serie de obras (mayormente desconocidas, pero no por eso menos importantes) de lo que se configura aquí como Cine Animal, explicando y abriendo el análisis acerca de su contenido y su importancia fundamental dentro de este propósito.
Artículo originalmente publicado en la cuarta edición de la revista Animales y Sociedad (2020)
Germán Ramos Pulido
Realizador de Cine y Televisión de la Universidad Nacional de Colombia. Activista Antiespecista desde el año 2013. Miembro fundador de la organización: EvoluZOOn-Pensamiento & Acción por la Vida y la Libertad de los Animales, que a través del arte, la educación y la cultura, busca generar conciencia y reflexión, incentivando a la acción, por los Derechos de los Animales, el Fin del Especismo y la Liberación Animal. Editor en Jefe en la Revista Antiespecista Crisálida, una iniciativa surgida desde la Marcha por el Fin del Especismo, que EvoluZOOn organiza en la ciudad de Bogotá-Colombia. Miembro de la Red de Investigadores/as Colombianos de Metal y Rock (RICMYR).
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Publicado bajo licencia internacional de Creative Commons (CC BY-NC-ND 4.0)
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